El pasado viernes, las nubes sabían de nuestros planes y descargaron toda lluvia que tenían en sus panzas, y sin embargo, el sábado, ha llovido algo, pero aunque así ha sido, no fueron las nubes cenicienta que nos han arropado durante toda la jornada; no, fueron los ángeles que lloraban por no habernos podido acompañar durante el día de convivencia del que hemos disfrutado una vez más.Quizas muchos de los asistentes habiamos montado en barco, visto alguna tumba antropomorfa, o incluso haber comido con alguno de los utensilios de cocina, en casa de nuestros abuelos, que pudimos ver durante la interesante visita al museo etnográfico de Cedillo, en El Casón, sin embargo fui testigo una vez más, de la ilusión con la que muchos de nuestros hijos miran más allá de donde nosotros mismos contemplamos. Si, se trata de la misma escena, los mismos árboles que cobijan las rápidas carreras de suidos y cérvidos, pero sus corazones aún se agitan cuando una pareja de garzas reales levanta el vuelo a nuestro paso, cuando con la mano extendida les ofrezco rojos y dulces madroños y me dicen: "mmmmm, madroños ¡ qué ricos !, cuando el vuelo del águila perdicera les hace buscar rápidamente unos prismáticos para observarla mejor , o cuando, haciendo memoria todos y todas pegaron sus naricitas a los cristales en el encuentro, que desde el barco, tuvimos con una mamá jabalí y sus tres crías ya creciditas, tal y como lo hacen nuestros retoños.
Desde estas líneas animo, de nuevo una vez más a todas las madres y padres a que se hagan socios de la A.M.P.A del Giner de los Ríos, y más importante aún, que nos acompañen, a esta gran familia que nos juntamos en las interesantes actividades que realizan, para que disfruten con sus hijas e hijos de nuestra geografía, de nuestra fauna, y de en general, nuestro patrimonio. Hoy sin ir más lejos y a pesar de haber madrugado algo y de tener la amenaza de lluvia, hemos podido visitar un lugar poco conocido de nuestra tierra, en La Raya, en un rinconcito de Cáceres llamado Parque Natural del Tajo Internacional, donde abruptas laderas aún guardan olivos centenarios que siguen dando sus frutos en bancales, donde los ciervos acuden a beber de las aguas del río en remansos donde pocas veces el hombre molesta, donde las águilas son las dueñas del cielo y un río que nos ha acogido en una interesante excursión por sus aguas, en un barco moderno y seguro desde donde hemos podido deleitarnos con una naturaleza espléndida que se adormece ante el invierno que nos acecha. Sobre nosotros, los buitres negros han cabalgado sobre las corrientes de aire en busca de sustento, el mismo que, de nuevo, mi hijo me ha dado con su sonrisa entre juegos con sus amigos en plena NATURALEZA. Un saludo a todos/as.
Fdo: Un papá que asistió.
